En días pasados
un amigo muy querido, compañero de mis días de infancia colocó una frase en su
muro que me gustó mucho:
“La cultura no depende de la cantidad de libros leídos, sino del nivel
de la conversación que comparte la felicidad de leer, escuchar y contemplar”
Yo creo que hoy día son
muy pocas personas las que leen y son menos aun las que leen libros
edificantes, bien escritos, enriquecedores; verdadera literatura, sustancia
nutritiva. Lamento confesar que no formo parte del cerrado grupo de lectores
mexicanos; aunque volver a pertenecer es uno de mis anhelos diarios. ¿Qué ha
pasado? Bueno, pues solo que los demás
distractores modernos han sido mucho más fuertes que mi deseo de leer
(internet, televisión, celular, laptop, tablet, etc.), que he obedecido los
deseos de otros con tal de no tener problemas (léase por ejemplo mi mujer que
considera la lectura como una actividad perniciosa y alienante o como mi buen
pastor que rechaza cualquier lectura que no incluya a Dios; bueno, a este
último lo ignoro totalmente; al pastor por supuesto). Dos motivos muy fuertes
por los cuales no leo como quisiera es la dependencia de un trabajo que me
demanda gran parte de mi tiempo y el ser padre de familia con todas las
obligaciones que esto conlleva. No obstante lo anterior, debo reconocer que si
una persona no lee, es porque no quiere hacerlo.
Uno de los alumnos de mi
amigo, que además de ser ingeniero químico es maestro, contestó con la
siguiente frase:
“La lectura es como el alimento; el provecho no está en
proporción de lo que se come, sino de lo que se digiere”
[BALMES, Jaime Luciano]
Lo anterior me
trajo a la mente un curso de capacitación que tomé cuando trabajaba para Nestlé
y que nos proporcionó la misma compañía. Fue allá por 1993 y fue buenísimo,
tremendamente interesante y útil. Entre los expositores estuvo el psicólogo
Claudio Zapata experto en manejo del estrés y del dolor de cabeza. Nos enseñaron a controlar nuestras emociones
por medio de meditación, nos ayudaron a encontrar nuestro estilo de liderazgo según
Michael Kirton, por cierto que yo salí ENPJ.
Recuerdo un ejercicio en el cual discutíamos un problema con solución
única dentro de un grupo heterogéneo de 10; en nuestro caso yo fui el primero
en encontrar la solución y debía convencer a los demás de mi posición; había
todo tipo de personas ingenieros, licenciados, vendedores, gerentes,
hombres, mujeres, guapos, chaparros. Yo
era el más joven al contrario de lo que comúnmente me sucede hoy día en
cualquier grupo al que asista. No pude convencerlos. Nos grabaron sin que nos
diésemos cuenta y al final del ejercicio al ver el video varios aceptaron que me contrariaron por envidia
mientras que otros dijeron no aceptar por recelo de mi juventud. Tres años después salí de Nestlé y viví un
ejercicio similar en otra empresa y ni con esa
experiencia laboral ganada pude imponer mi voluntad o dicho de otra
forma convencerlos de mi razón.
En ese curso
mencionado, una de las expositoras nos pidió escribir en un papel anónimo los
títulos de los tres libros que más habían influido en nuestra vida; prueba por
la que pasaría muchos años después el sabio Peña Nieto, siendo los resultados
muy similares: confusión, mentira, vergüenza. La mayoría dijo que La Biblia era
el libro más inspirador; pero la verdad es que pocos lo han leído y raros son
los que la entienden en su totalidad; ciertamente también me excluyo.
El segundo
libro supuestamente más leído fue “El Quijote” de Cervantes; ¡falsedad total!
Casi nadie lo ha leído, es un libro pesado y complicado si se lee en el español
antiguo y muy vasto además. Ofrece sabiduría popular y sentido común, historias
divertidas que a veces rayan en lo bobo; pero, para la mayoría de las personas
puede parecer anticuado y poco interesante.
El tercer libro
fue muy variado. Yo recuerdo haber estado tentado a poner la biblia entre mis
elegidos pero después de pensarlo mucho lo descarté; es el libro más sabio y
útil que ha recibido la humanidad, no estoy seguro del todo que sea inspirado
por Dios pero por si las moscas digo que así lo creo. No es fácil leerlo; es muy
grande, parece contradictorio pero no lo es, puede parecer sanguinario si no se
lee dentro del contexto correcto, es realmente muy severo pero es garantía de consuelo,
consejo, amor, lindas palabras, mensajes esperanzadores y triunfo del espíritu.
Me hace mucho ruido lo del diezmo, por ejemplo, y lo de no mires o desees a la
mujer de tu prójimo (que por nuestro bien debiésemos evitar so pena de hacernos
acreedores a una buena y justa madriza). Indudablemente podemos hacer lo que
muchos hacen y ver a la biblia y a otros libros sagrados como simple literatura
antigua y curiosa con cierto respaldo histórico o fantasía reduciéndolos
entonces a comics o a los absurdos mitos romanos y griegos.
Los títulos que
escribí fueron; “El Lobo Estepario”
(Herman Hesse); “Tigre Tigre” (Alfred
Bester) y “Tus Zonas Erróneas” (Wayne Dyer). La biblia, es para mí algo aún
superior a los mencionados y cada día despierto con la intención de leerlo con
pasión y obedecerlo pero luego en el camino algo me desvía y me vuelvo humano
otra vez.
Mientras la
expositora leía en voz alta los títulos de los libros veía yo la cara de los
demás asintiendo al sentirse aludidos, cuando llegó el turno de mi papelito,
hizo una pausa y preguntó quién había elegido “Tus Zonas Erróneas” (un libro de
autoayuda muy leído y común hoy día); levanté con orgullo mi mano y vi en su
cara un gesto de empatía y complicidad.
Finalmente mi
amigo remató su post con la siguiente frase:
“Harold Bloom, quizás el más reconocido
crítico literario vivo menciona las siguientes obras como fundamentales para
vivir: La Biblia, Shakespeare, El Quijote
y Los Ensayos de Montaigne. Estas serían la cúspide de la literatura sapiencial,
de acuerdo a su criterio”
De los libros
mencionados solo he leído La Biblia y El Quijote; he visto obras de Shakespeare
e incluso películas como Romeo y Julieta; Hamlet, Otelo, MacBeth, El Sueño de
Una Noche de Verano por mencionar algunas. ¿Sera que he desperdiciado mi vida?
Bueno, que podríamos decir entonces de los que han leído a Harry Potter o las
ridículas y cursis historias de vampiros y zombies, o los Juegos del hambre que
en mi opinión son telenovelas escritas llenas de burdos plagios de obras de
ficción y fantasía. ¿Qué sería de aquellos que han devorado cuentos de Memin
Pinguin, El Libro Vaquero, Valle de Lágrimas, Alarma, TVNotas, etc? Iba a tirar
la primer piedra pero… mejor escondo la
mano (me leí todas las historias de Conan
tanto en libro como en comic y Spiderman
es mi alter ego).
El lado oscuro
me atrapó algún tiempo y leí todo Stepehn King, Dean R. Koontz, John Saul, Ray
Garton, Robert MacCammon y otros escritores de terror, leí toda la ciencia
ficción y fantasía accesible no solo a mi bolsillo sino también en mi país al
cual no llegan muchos títulos.
Durante un
tiempo me “master-be” leyendo literatura de superación personal asimilando y
aplicando a mi vida absolutamente nada. Luego leí best sellers, más tarde literatura
intelectual como Milan Kundera que me fascina; aventura histórica (La Saga del Capitán Alatriste de Pérez
Reverte a la cabeza); novela negra, literatura latinoamericana, de todo.
Pero me
enorgullece decir que a los 16 años leí por primera vez a Herman Hesse (“Sidartha”) recomendado por el tan
mencionado amigo y me trastornó; no pude tener mejor inicio en la lectura.
Luego leí el “Lobo Estepario” del
mismo autor y me transformó en el mismísimo Harry Haller; un lobo de otro
tiempo perdido y atrapado en esta época, no he vuelto a leer nada igual.
Os recomiendo
leer los siguientes libros de Herman Hesse; “Sidharta”
en enero, “El Lobo Estepario” en
febrero, “Bajo la Rueda” en marzo y “Peter Camezind” en abril. Si se quedan
dormidos despiertos o si al llegar a la página 100 sienten que deben regresarse
a la 10, háganlo; y si al final deciden volver a empezar; recompénsense con tan
deliciosos manjares.
Para escuchar: qué
tal si el día de hoy nos vamos por algo muy clásico; la novena Sinfonía de Beethoven
interpretada por la Orquesta Filarmónica de Viena y si pueden conseguir
escuchen todo el día el soundtrack de la película “La Naranja Mecánica”; obra
escrita por Anthony Burgess, película dirigida por Stanley Kubrick; la música
es de Walter Carlos.
Y pare ver;
pues … la película aludida; “La Naranja Mecánica”.
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