Hoy me ha despertado con
mala intención la fuerte tos que anoche no me permitió dormir. Yo tanto que me
cuido y esta que me viene a dar; me abrigo muy bien, tomo vitamina C, hago
mucho ejercicio, bebo muchos líquidos, evito las mañanas frías y oro todos los
días.
Pero la gripa y la tos
no ponen la más mínima importancia a lo que hago; le vale madre. Periódicamente
llegan y me abrazan con cariño, me abrazan y hacen el amor conmigo. El año
pasado justo antes del maratón de Monterrey me enfermé y estuve una semana sin
entrenar. Hoy día los achaques son menos fuertes que antes cuando era más joven
pero no comía bien ni me ejercitaba en absoluto. Cada año tenía programada una
semana o dos para recibir como huésped distinguido en casa a la maldita
enfermedad. Iba al médico y le pedía me recetará inyecciones de cefuroxima como
si yo supiese más que él. Bueno, algo hay de eso, ja ja ja. Perdón, soy ingeniero químico y no
puedo evitar el seguir creyendo que somos las aves del paraíso, los
indestructibles, los que todo saben.
Recuerdo de manera
especial una ocasión allá por 1997 en que una vecina de no mal ver vino a casa
a ponerme una dolorosa inyección de benzetazil. Mi madre era un ángel que ponía
las inyecciones más benevolentes que puede haber, no dolían en absoluto; pero
la vecina, esa es otra cosa. Le pedí que me pusiera de pie la mentada ampolleta así que bajé ligeramente mi pantalón y mis flojos calzones talla XL que poco a
poco comenzaba a llenar. Sentí un rico masajito y puse mi mente en blanco
esperando el pinchazo en mi nalguita. Sentí que recibía una descarga de 10000
voltios o que una sierra eléctrica me rebanaba mis pompis, nunca me había dolido
tanto. Inconscientemente se fueron al piso pantalón y calzones juntos dejando
mi blanco trasero al descubierto; dice mi esposa que la vecina abrió los ojos
de par en par y se apresuró a masajearme con sensualidad. Era un santo inocente
en aquellos días así que ni se me ocurrió darme la vuelta y enseñar el
armamento; ja ja ja; no era aún exhibicionista empedernido que después fui. Por
supuesto que mi esposa no permitió que la vecina me volviese a colocar un jeringazo
nunca mas; luego se fue de la colonia y nunca la volví a ver. Me excita creer
que todas las noches tiene sueños eróticos conmigo.
Con los años me volví el
autorrecetante más buscado de la región; me llamaban familiares, amigos y conocidos
pidiendo una sugerencia. Los niños eran mi especialidad, había gastado tanto en
pediatras con mi enfermizo hijo que me sabía el VADEMÉCUM completito.
Aprendí a poner inyecciones y soñaba que las vecinas en fila me visitaban con
jeringa y medicina en mano.
Me volví enemigo
recalcitrante de los tiburoniles médicos millonarios y despiadados, salvo
aquellos amigos que no cobran la consulta, y una vez que se regularon los antibióticos
no tuve otra alternativa que visitar a los doctores de las farmacias de genéricos.
La mayoría son egresados de Universidades porras como la Michoacana; no digo
que sean malitos pero si estoy seguro que se perdieron en huelgas, paros,
fiestas y parrandas la mitad de las clases. Los estimo porque hacen un esfuerzo
sobrehumano para ganarse una lanita para comprar sus tenis saucony, su short
adidas, su playera nike y su banda de Michael Jordan para poder correr cada
día. Bueno, tengo fijación por las carreras y a veces pienso que todo mundo es
igual. Llego con ellos y me formo ansiosamente aunque esto es relativo porque
despachan a sus pacientes más rápido que en una tortillería en quiebra. Al
igual que los demás galenos, recetan lo mismo para las mismas enfermedades; el
problema sigue siendo conseguir los antibióticos. Así pues pongo en práctica
mis tácticas de convencimiento subliminal (rapport) y los convenzo de que
prescriban lo que yo quiero.
Justo ahora siento que
mi médico Michoacano prietito y chaparrito de la farmacia Simi de la Plaza
Obelisco tendrá el gusto de recibirme.
Admito en secreto que me
hubiese gustado ser ginecólogo como Cándido Pérez pero erré la carrera y me
decanté por la ciencia, la tecnología, la sabiduría y la creación. No, no es cierto,
la verdad es que no vislumbré nunca esa opción; la de ver desnudas a señoras y
señoritas y hacerles mastografías y escuchar sus penas. “Dios no le da alas a
los escorpiones, ingeniero” me dijo un día un amigo refiriéndose a mi tardío
despertar en la vida. Ojala y haya reencarnación.
Hoy no pude correr, me
sentía muy mal. Pensé correr por la tarde pero sigo igual además de que mi
panza esta tan llena como la del lobo luego de comerse a la abuelita; que hay
de abuelitas a abuelitas. Confió en Dios que mañana este mejor y poder ir al
Metropolitano para continuar con mi preparación para el maratón Lala. Queda poco
tiempo, espero llegar.
Oiga Doctor
Joaquín Sabina
Oiga, doctor,
devuélvame mi depresión,
¿no ve que los amigos se apartan de mí?
dicen que no se puede consentir
esa sonrisa idiota;
Oiga, doctor,
que no escribo una nota
desde que soy feliz.
Oiga, doctor,
devuélvame mi rebeldía,
ahora que a la carta ceno cada día
y viajo con American Express
algunas de las cosas,
oiga, doctor,
que imaginaba odiosas…
¿sabe que están muy bien?
Oiga, doctor,
esta vez le falló la acupuntura,
¿acaso no le pago las facturas?
déjeme como estaba, por favor,
oiga, doctor,
a ver si tengo cura,
solo quiero ser yo
y ahora parezco mi caricatura.
Oiga, doctor,
devuélvame mi fracaso,
¿no ve que yo cantaba a la marginación?
devuélvame mi odio y mi pasión,
doctor, hágame caso,
quiero volver
a ser aquel payaso
con alas en los pies.
Oiga, doctor,
devuélvame mi excitación,
llevo ya cinco meses sin una erección,
incluso en un gimnasio me inscribí
pero no me curaron,
oiga, doctor,
cada miembro me hincharon
menos el viril.
Oiga, doctor,
esta vez le falló la acupuntura,
¿acaso no le pago las facturas?
déjeme como estaba, por favor.
Oiga, doctor,
que ya no se me empina,
desde que me mandó
tener cuidado con la nicotina.
Nada de disimulos,
la cumbre se me está
clavando por momentos en el culo.
devuélvame mi depresión,
¿no ve que los amigos se apartan de mí?
dicen que no se puede consentir
esa sonrisa idiota;
Oiga, doctor,
que no escribo una nota
desde que soy feliz.
Oiga, doctor,
devuélvame mi rebeldía,
ahora que a la carta ceno cada día
y viajo con American Express
algunas de las cosas,
oiga, doctor,
que imaginaba odiosas…
¿sabe que están muy bien?
Oiga, doctor,
esta vez le falló la acupuntura,
¿acaso no le pago las facturas?
déjeme como estaba, por favor,
oiga, doctor,
a ver si tengo cura,
solo quiero ser yo
y ahora parezco mi caricatura.
Oiga, doctor,
devuélvame mi fracaso,
¿no ve que yo cantaba a la marginación?
devuélvame mi odio y mi pasión,
doctor, hágame caso,
quiero volver
a ser aquel payaso
con alas en los pies.
Oiga, doctor,
devuélvame mi excitación,
llevo ya cinco meses sin una erección,
incluso en un gimnasio me inscribí
pero no me curaron,
oiga, doctor,
cada miembro me hincharon
menos el viril.
Oiga, doctor,
esta vez le falló la acupuntura,
¿acaso no le pago las facturas?
déjeme como estaba, por favor.
Oiga, doctor,
que ya no se me empina,
desde que me mandó
tener cuidado con la nicotina.
Nada de disimulos,
la cumbre se me está
clavando por momentos en el culo.
Les recomiendo
escuchar el cd Hotel Dulce Hotel de Joaquín Sabina y pongan especial atención a
la canción Oiga Doctor.
De leer les
sugiero “Compro, Luego existo” de Guadalupe Loaeza.
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