viernes, 3 de enero de 2014

OIGA DOCTOR



Hoy me ha despertado con mala intención la fuerte tos que anoche no me permitió dormir. Yo tanto que me cuido y esta que me viene a dar; me abrigo muy bien, tomo vitamina C, hago mucho ejercicio, bebo muchos líquidos, evito las mañanas frías y oro todos los días.

Pero la gripa y la tos no ponen la más mínima importancia a lo que hago; le vale madre. Periódicamente llegan y me abrazan con cariño, me abrazan y hacen el amor conmigo. El año pasado justo antes del maratón de Monterrey me enfermé y estuve una semana sin entrenar. Hoy día los achaques son menos fuertes que antes cuando era más joven pero no comía bien ni me ejercitaba en absoluto. Cada año tenía programada una semana o dos para recibir como huésped distinguido en casa a la maldita enfermedad. Iba al médico y le pedía me recetará inyecciones de cefuroxima como si yo supiese más que él. Bueno, algo hay de eso,  ja ja ja. Perdón, soy ingeniero químico y no puedo evitar el seguir creyendo que somos las aves del paraíso, los indestructibles, los que todo saben.

Recuerdo de manera especial una ocasión allá por 1997 en que una vecina de no mal ver vino a casa a ponerme una dolorosa inyección de benzetazil. Mi madre era un ángel que ponía las inyecciones más benevolentes que puede haber, no dolían en absoluto; pero la vecina, esa es otra cosa. Le pedí que me pusiera de pie la mentada ampolleta así que bajé ligeramente mi pantalón y mis flojos calzones talla XL que poco a poco comenzaba a llenar. Sentí un rico masajito y puse mi mente en blanco esperando el pinchazo en mi nalguita. Sentí que recibía una descarga de 10000 voltios o que una sierra eléctrica me rebanaba mis pompis, nunca me había dolido tanto. Inconscientemente se fueron al piso pantalón y calzones juntos dejando mi blanco trasero al descubierto; dice mi esposa que la vecina abrió los ojos de par en par y se apresuró a masajearme con sensualidad. Era un santo inocente en aquellos días así que ni se me ocurrió darme la vuelta y enseñar el armamento; ja ja ja; no era aún exhibicionista empedernido que después fui. Por supuesto que mi esposa no permitió que la vecina me volviese a colocar un jeringazo nunca mas; luego se fue de la colonia y nunca la volví a ver. Me excita creer que todas las noches tiene sueños eróticos conmigo.

Con los años me volví el autorrecetante más buscado de la región; me llamaban familiares, amigos y conocidos pidiendo una sugerencia. Los niños eran mi especialidad, había gastado tanto en pediatras con mi enfermizo hijo que me sabía el VADEMÉCUM completito. Aprendí a poner inyecciones y soñaba que las vecinas en fila me visitaban con jeringa y medicina en mano.

Me volví enemigo recalcitrante de los tiburoniles médicos millonarios y despiadados, salvo aquellos amigos que no cobran la consulta, y una vez que se regularon los antibióticos no tuve otra alternativa que visitar a los doctores de las farmacias de genéricos. La mayoría son egresados de Universidades porras como la Michoacana; no digo que sean malitos pero si estoy seguro que se perdieron en huelgas, paros, fiestas y parrandas la mitad de las clases. Los estimo porque hacen un esfuerzo sobrehumano para ganarse una lanita para comprar sus tenis saucony, su short adidas, su playera nike y su banda de Michael Jordan para poder correr cada día. Bueno, tengo fijación por las carreras y a veces pienso que todo mundo es igual. Llego con ellos y me formo ansiosamente aunque esto es relativo porque despachan a sus pacientes más rápido que en una tortillería en quiebra. Al igual que los demás galenos, recetan lo mismo para las mismas enfermedades; el problema sigue siendo conseguir los antibióticos. Así pues pongo en práctica mis tácticas de convencimiento subliminal (rapport) y los convenzo de que prescriban lo que yo quiero.

Justo ahora siento que mi médico Michoacano prietito y chaparrito de la farmacia Simi de la Plaza Obelisco tendrá el gusto de recibirme.
Admito en secreto que me hubiese gustado ser ginecólogo como Cándido Pérez pero erré la carrera y me decanté por la ciencia, la tecnología, la sabiduría y la creación. No, no es cierto, la verdad es que no vislumbré nunca esa opción; la de ver desnudas a señoras y señoritas y hacerles mastografías y escuchar sus penas. “Dios no le da alas a los escorpiones, ingeniero” me dijo un día un amigo refiriéndose a mi tardío despertar en la vida. Ojala y haya reencarnación.

Hoy no pude correr, me sentía muy mal. Pensé correr por la tarde pero sigo igual además de que mi panza esta tan llena como la del lobo luego de comerse a la abuelita; que hay de abuelitas a abuelitas. Confió en Dios que mañana este mejor y poder ir al Metropolitano para continuar con mi preparación para el maratón Lala. Queda poco tiempo, espero llegar.


Oiga Doctor

Joaquín Sabina



Oiga, doctor,
devuélvame mi depresión,
¿no ve que los amigos se apartan de mí?
dicen que no se puede consentir
esa sonrisa idiota;
Oiga, doctor,
que no escribo una nota
desde que soy feliz.
Oiga, doctor,
devuélvame mi rebeldía,
ahora que a la carta ceno cada día
y viajo con American Express
algunas de las cosas,
oiga, doctor,
que imaginaba odiosas…
¿sabe que están muy bien?
Oiga, doctor,
esta vez le falló la acupuntura,
¿acaso no le pago las facturas?
déjeme como estaba, por favor,
oiga, doctor,
a ver si tengo cura,
solo quiero ser yo
y ahora parezco mi caricatura.
Oiga, doctor,
devuélvame mi fracaso,
¿no ve que yo cantaba a la marginación?
devuélvame mi odio y mi pasión,
doctor, hágame caso,
quiero volver
a ser aquel payaso
con alas en los pies.
Oiga, doctor,
devuélvame mi excitación,
llevo ya cinco meses sin una erección,
incluso en un gimnasio me inscribí
pero no me curaron,
oiga, doctor,
cada miembro me hincharon
menos el viril.
Oiga, doctor,
esta vez le falló la acupuntura,
¿acaso no le pago las facturas?
déjeme como estaba, por favor.
Oiga, doctor,
que ya no se me empina,
desde que me mandó
tener cuidado con la nicotina.
Nada de disimulos,
la cumbre se me está
clavando por momentos en el culo.


Les recomiendo escuchar el cd Hotel Dulce Hotel de Joaquín Sabina y pongan especial atención a la canción Oiga Doctor.


De leer les sugiero “Compro, Luego existo” de Guadalupe Loaeza.




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