lunes, 24 de febrero de 2014

My Name is Frank and I'm a Fukin' Crazy Runner




Pues para todos aquellos que no me leyeron en el anterior blog y mientras preparo la cronica de la Simi Carrera, les comparto mi presentacion a la pagina del corredor.com.mx con fotos incluidas de cuando pesaba mas de 80Kg y le seguia metiendo duro a la fiesta aunque ya iba de salida. Lastima amigos que ya me han conocido hecho un monje, se perdieron de ser incluidos en muchas fiestecillas y trasnochadas.









PRESENTACION



Como si fueramos alcoholicos anonimos al entrar al grupo del corredor.com.mx nos presentamos. Yo ingresé el miércoles 14 de marzo de 2012 y este fue el escrito que posteé.

Hola a todos.

Me llamo Francisco Medel. Soy ingeniero químico y tengo 45 años. Apenas empecé a correr en agosto de 2011. No tengo mucha experiencia pero ya he corrido unas 12 carreras incluida La Carrera de los Barrios en León; Gto. donde resido.

Hasta los 25 años tuve una vida muy deportiva; jugaba base ball (era muy buen pitcher), practicaba tae kwon do y corría todos los días en mi natal Guanajuato capital.

Todo iba muy bien hasta que tuve que dejar la casa paterna y emigrar por cuestiones de trabajo. De golpe detuve mi actividad ya que laboraba por turnos en una planta de Nestlé y el tiempo apenas si alcanzaba para descansar. Era un esclavo feliz. Posteriormente me case y mas sedentario y comelón me volví. En 1996 cambio el giro de mi trabajo y fui a caer al área de ventas. Con ello vino aun mas descuido en mi condición física y mental. Mejoro un poquito mi condición económica pero empeoraron muchas otras aéreas de mi vida.

Tras 15 años de vivir bajo gran estrés, comiendo como cerdo (por lo menos 2 días a la semana en restaurantes) y bebiendo como cosaco prácticamente todos los días me fui convirtiendo en lo que nunca quise ser, un obeso perdedor en toda la extensión de la palabra.

Viajaba todo el tiempo, de hecho sigo viajando aunque no tanto. Trasnochaba con frecuencia y me malpasaba mucho. Demasiada fiesta, camino a la muerte. Llevaba una vida muy cómoda y hasta envidiable aparentemente.










Justo hace un año, el 18 de marzo de 2011, estuve a punto de morir porque se me reventaron dos ulceras duodenales que ni siquiera sabía que tenía. Estaba vomitando y deponiendo sangre. La gastritis al tope. Anémico, sufría fuertes dolores de cabeza y mi médico me dijo que cambiaba mi forma de vida o fuera escribiendo mi testamento. Con el colesterol y los lípidos altísimos me vi obligado a someterme a un largo tratamiento medicinal y a seguir una estricta dieta. Comencé a caminar por el parque Metropolitano todos los días. Una vuelta solamente. Tardaba más de una hora en completar el circuito y con envidia veía tanta gente corriendo. Algunos me saludaban y eso me hacía sentir muy bien.

Después de un par de meses de caminar intentaba correr y no podía hacerlo; ¡de verdad!; ni siquiera 250 metros podía trotar. Pesaba 83 kg. con una estatura de 1.62. Mi ropa aún era XL.

Por esos días mi hijo comenzó a correr por parte de la COMUDE y participaba en algunas carreras de la ciudad. Iba a verlo y se me salían las lágrimas de recordar mi juventud atlética. A veces hasta creía que nunca había hecho nada, que solo era mi imaginación o uno de esos sueños falsos y que siempre había sido lo que era. Mis hijos no creían que yo había sido algo distinto. Nunca me habían visto mover un dedo.

Poco a poco se me fueron dando las cosas. Primero logre correr 2 km; luego 4 km y un día logre dar la vuelta entera al parque; 7 km. Empecé a ir con la nutrióloga quien me recomendó inscribirme en alguna carrerita así que me avente a participar en la de Suzuki. 5 km, por supuesto; no me creía capaz de correr los 10. Eso era para pros.

Luego vino la carrera Franciscana y más me animaba. Me encantaba la ropa deportiva y como poco a poco iba bajando de peso comencé a animarme a vestirme de "corredor". Participé en mas carreras; mi hijo de 16 años siempre me vencía y muchos conocidos también.

Deje el alcohol, la comida chatarra, las malpasadas, las trasnochadas, y me aplique con mi dieta. Jamás he fumado, así que por ese lado no tuve problema. Y seguía corriendo todos los días.

Un día me animé a correr 9 km y así sucesivamente. El día menos pensado ya podía correr 12 km y cuando pude correr los 14 km (dos vueltas al parque) quise hacer fiesta. Me sentía extasiado. Mi peso ya no era problema, había alcanzado los 65 kg. El problema realmente era que debía gastar una verdadera fortuna en renovar todo mi guardarropa. Con mucho dolor, regale todas mis camisas, chamarras y sweaters y uno que otro pantalón (los demás los mandé arreglar).
 
Cuando no podía correr, por motivos de trabajo básicamente, me sentía como un perro encerrado, casi ladraba. Empecé a acomodar mi agenda en función de mi entrenamiento sin afectar mi labor ni la relación con la familia.

Mis tiempos eran muy altos, es más, ni me animaba a medirlos. Las carreritas de 5 y 7 km se acumulaban en mi historial. Una que otra de 10 km también. Mis conocidos y mi familia comenzaron a ponerse en mi contra; me decían que ya era un viejo y que le parara a mi carro. Que estaba obsesionado con correr y que estaba gastando mucho dinero en mi nuevo hobby; claro que antes gastaba verdaderas fortunas en otras cosas (cds, películas, libros y revistas, botellas de vino tinto, ropa, etc.) pero eso no se notaba. Mis compañeros de trabajo me recriminaban haber dejado de beber y comer tanta ensalada. Por otra parte, sentía su envidia al ver que ya había desertado del club de los obesos y me decían que estaba enfermo. Muchos se burlaron de verme en mallas y con playeritas pegadas, con una banda en la cabeza y mi reproductor de música siempre puesto.

Aun así, en enero de 2012 estaba seguro de que el medio maratón era para atletas profesionales o para gente que tenia años corriendo. Un amigo, de una empresa antagónica a la mía por cierto, me animó a meterme a la carrera de los Barrios. - Ja, ja, no puedo - le dije. Me da pena que me vayan a sacar desmayado. Bueno, para no hacerla larga, me inscribí, corrí, disfruté como loco y terminé antes que muchos haciendo un buen tiempo considerando mis limitaciones y novatez; 1 hr 44 minutos. Después mejoré mi tiempo en las carreras de 10 km, haciendo 46 minutos en la del Dr. Simi y apenas hace 15 días logre batir mi record de 7 km con 31 minutos en la carrera de la Familia en el Parque Metropolitano (aunque me lesioné).
Se que mis tiempos siguen siendo altos y que por mi edad y mis compromisos laborales que a veces no me permiten entrenar, es muy difícil mejorarlos mas pero no importa. Yo me siento súper bien que hasta me he atrevido a inscribirme en esta página y llamarlos colegas.

Ahora me falta un maratón. Sé que no será fácil. Los ojos están en la meta, espero prepararme tan pronto supere mi lesión que recién sufro en la pantorrilla derecha (causada por no calentar bien y por el gran esfuerzo que hice en la última carrera de La Familia).

Mi hijo dejó de entrenar y de participar en las carreras, incluso lo vencí en las dos últimas carreras que corrimos juntos (la de VIFAC y la del Dr. Simi). Paco hacía 23 minutos en los 7 km, Esto me duele mucho porque lo hace por llevarme la contra no porque le disguste correr. Es normal dicen los psicólogos hasta nombre tiene; le llaman contra dependencia. En el fondo no importa, yo hago lo mío y ahora correr se ha vuelto un estilo de vida para mí. Me hubiese gustado haber empezado antes, no sé, a los 30 pero pues no se dio. Lo importante es que Dios me ha permitido hacerlo ahora.

Un gran saludo a todos y mi más grande admiración, especialmente por aquellos veteranos que cada que los veo rebasarme y alejarse cabalgando en la distancia, hacen que en mi cabeza suene y resuene a todo volumen la canción "CABALLO VIEJO" (version Roberto Torres) que a escondidas también me dedico a mi mismo.

Ojala y pronto pueda irlos conociendo en persona.

Saludos

Franceso1966


viernes, 21 de febrero de 2014

La Fiera Anda Suelta y Busca Hombres Distraídos Para Cenar


Bien desayunado, ya bañadito y con ropa limpia y perfumada retozaba como borrego del Señor entre las sábanas blancas de mi mullida cama impoluta. Hubiese dicho que era una merecida recompensa por haber corrido muy bien la Fiera Carrera 2014 pero no era así. De hecho acababa de lograr mi tiempo más largo en 10K; 49:13 y me cargaba un dolor de cabeza marca diablo, el cuerpo cortado y todo el cansancio del mundo sobre mis espaldas. Trataba de dormir un poco para recuperar algo de condición y acompañar a mi familia a una comida a la vecina ciudad de Lagos de Moreno. Mi esposa bromeaba conmigo por mostrar tal fragilidad casi femenina, yo trataba de convencerla que alguna infección respiratoria me estaba mermando, fue inútil, no la convencí y hube de soportar el bullying todo el santo día.

1982 Bendita Ciudad de Guanajuato Capital; tenía 16 años y estaba convertido en un tremendo pitcher; era un ponchador nato gracias a mi velocidad y a las tres o cuatro variedades de curvas que había aprendido y mejorado. El más joven y el más pequeño de mi equipo llamado “Los Cafeteros” por estar integrado en su mayoría por miembros de los AA (alcohólicos anónimos), ese era yo. No era buen bateador, apenas si rozaba la bola alguna vez pero sobre la loma de lanzamientos me transformaba en el verdugo más voraz. Ya existía el bullying en aquel tiempo y mis amigos me apodaron “La Hormiga Atómica” aunque creo que hubiese sido mejor que me llamaran “El Topo miope” o “El Murciélago nerd” ya que mi vista era tan pobre que no alcanzaba a ver más allá de un metro de mi nariz; pero eso no lo sabía yo ni nadie más. Vivía en una “Nave de Sombras” como más tarde reconocería al leer un relato de Fritz Lieber del mismo nombre y pensaba que así era el mundo, que todos veíamos igual de oscuro y nebuloso. En el juego, simplemente me limitaba a lanzar la bola hacia determinada zona del home, mi ángel guardián hacía lo demás y mi cátcher me felicitaba por siempre obedecer sus señales que en realidad nunca veía. También jugaba fut bol, ocasionalmente metía un gol aunque fallaba siete o diez oportunidades claras, vivía permanentemente en el fuera del lugar; lo mío era la velocidad de piernas no el manejo de la pelota. Y de regreso a casa, siempre era lo mismo; un tremendo dolor de cabeza que literalmente me hacía llorar. Mi cuarto era totalmente oscuro y silencioso, el sonido de la caída de un alfiler se amplificaba en mi cerebro y me mataba; un furtivo rayo de luz, ni pensarlo, no cabía en mi universo. Era un vampiro sin ataud. Después me pusieron lentes de armazón y todo cambió. La luz se hizo pero … esa es otra historia.  2014, mi cabeza se estaba derritiendo de dolor y el vómito amenazaba con derramarse de la copa.

El miércoles anterior a la carrera habíamos ido al estadio mi esposa, mi hijo y yo a ver el juego León vs Flamengo y confirmé que somos verdaderas fieras de corazón; llevamos grabado el escudo del León en el espíritu. Tenía pensado no correr la Fiera Carrera, por muchos motivos,  pero mi hijo me pidió que participáramos de tal manera que no pude negarme – Mira Papá – me dijo, - ¡Que medalla más preciosa! La quiero tener – Si, la verdad la medalla se veía majestuosa en fotografía. Dejé que el tiempo corriera y me inscribí de último momento, esperaba que otra parte de mi me diera argumentos suficientes para no correr; creo que si me avisó pero al final decidí no escuchar. Desde la recolección del paquete se percibía que el evento tenía carencias en la organización; había que hacer una larga fila para recibir un sobre con el chip y el número, después pasar a otra línea para documentar y posteriormente regresar a la primera caseta por la playera marca Pirma la cual  es bonita pero nada del otro mundo.


En Navidad me pongo el disfraz de Grinch, en San Valentín tiro a matar a los cupidos y para las carreras me pongo mi mejor sonrisa y me cubro de buena vibra. Soy poco romántico, lo acepto, así me hizo Dios; pero mi mujer no lo entiende, por eso fue que pasamos un viernes terrible; no solo porque no le obsequié flores o no le llevé serenata o porque no le escribí una carta; lo peor fue que el perfume Nina que le regalé con todo el dolor de mi bolsillo se le cayó a mi hija pequeña dañándose irremediablemente el atomizador el cual quedo inutilizable. Y para rematar el sábado me negué a desvelarme porque tenía carrera. La comunicación quedo cortada. Gracias a Dios la Fiera nos dio una pequeña alegría pegándole a Los Rayados. De puro gusto salí a buscar una florería abierta, la hallé y le compré a mi amada un hermoso ramo de rosas logrando un forzado perdón.




Se llegó el domingo y mi cabeza daba vueltas, me sentía un poco mal, “Francisco Dolores” estaba de regreso y la gripa también. Pero no dije nada y sin más preámbulo nos dirigimos al Nou Camp. No había tanta gente como esperaba y lo que si encontré y me disgustó un poco fue un puesto de genuinas playeras originales de la carrera de la Fiera en remate; 1 por $150, 2 por $200. Y pensar que yo gasté casi $750 en las inscripciones  de Paco, Pau y la mía propia. Bueno, - las medallas valdrán el esfuerzo y el gasto - traté de consolarme.

Allí andaban Los Titanes, mi equipo de corredores muy sociables y mejores amigos. Guille sobrellevando con estoicismo su lesión no correría pero nos estaría animando. La ausencia de Pepe jugueteaba en los rincones del polvoroso estacionamiento levantando pequeños remolinos; muy disciplinado había preferido seguir su programa de preparación para el maratón LALA que correr una carrerita futbolera, casi siempre tiene razón hay que reconocerlo. Alejandra tratando de volver del mas allá estaba lista para dar el primer paso hacia un 21K; no estaba segura de hacer un buen papel pero lo que si sabía es que de aquí en adelante se iba a esforzar en ser constante y demostrarse de lo que puede ser capaz. Alejandro y Daniel, muy esbeltos los dos, tampoco participarían aunque sí estuvieron en el evento caminando de aquí para allá mostrando sus radiantes sonrisas y sus correosas y poderosas piernas, ¡que presumidos! Angélica y Roberto muy callados pero listos para enfrentar lo que se viniese encima, Karlitaaaa mostrando su grácil y espigada figura calentaba entre los autos estacionados  atrayendo la temprana mirada de más de uno.

Robóticamente me fui abriendo paso entre la multitud deteniéndome brevemente a saludar a Nice y Lily que también forman parte del equipo; seguí adelante y sin premeditarlo me coloqué junto a “La Wera” Rosy y Bere, las dos velocistas del grupo. Muy guapas no dejaban de tomarse fotos; les dije sobradamente que correría a su paso y les pedí con ironía que se compadecieran de mí y no me fuesen a dejar muy atrás. Sin mucho protocolo arrancó la carrera de avestruces en ropa deportiva deslizándose a toda velocidad sobre una destruida pista de hipódromo. Dimos una vuelta por el exterior del Estadio pasando frente al Teatro hasta topar con la Calzada de Los Héroes. Hasta allí alcanzó mi vista a ver a La Wera que se daba gusto rebasando corredores y corredoras dejándolos inmisericordemente atrás; creí escuchar sus burlonas carcajadas alejándose en la distancia, terminó siendo la #1 del grupo.

Me pareció larguísimo el primer kilómetro, me dolió en el alma; no lo podía creer; yo que corría tantos kilómetros cuesta arriba cuando estuve bien preparado, yo que ya había corrido un maratón me estaba rezagando desde el principio. Nos incorporamos al Blvd. López Mateos y seguimos por la lateral al lado de La Guarida de la Fiera donde pude observar todas las playeras y pants que no tengo. Llegando al Poliforum alcancé a Gugusa, una guapa muchacha que se está preparando para el LALA; iba mentando madres a la vez que rengueaba visiblemente; pujaba, repujaba, soplaba; su rodilla no la deja en paz y la gripa la tenía agarrada por el cogote. Me puse a su lado tratando de atraer su mirada; volteó a verme con un dejo de dolor en su rostro y siguió concentrada en sus pasos y en su letanía de groserías. La rebasé y me fui escuchando a mi alter ego Billy Joel que al ritmo de “Allentown” y “Pressure” me impulsaba a no dejarme caer. Reposté agua en el K2 sobre el Blvd. Francisco Villa y pude sentir la presión de mi empapada banda sobre mis sienes. Caí en un sopor un tanto fastidioso mientras recorría el Blvd. Mariano Escobedo; - si tan solo pudiese recobrar gracias al sol un poco de mi poder - pensaba recordando al superhéroe Bird Man que veía en mi infancia.

Con mis pesadas alas oscuras pegadas al cuerpo era consciente de mi lentitud, podía ver mis lerdos pasos dibujados en la acera, como en esos sueños inmovilizantes que nos llegan en la madrugada estaba pegado al negro asfalto chicloso; ahora si se me había cargado “el muerto”. Agradecí en silencio que no estuviesen señalados todos los kilómetros; no hubiese soportado los filosos recordatorios constantes de una malévola esposa cruel que le recuerda a su esposo sus innumerables errores y defectos en cada voz y en cada movimiento.

Mas hidratación en el K5, le arranco de la mano dos bolsitas de agua a un cortes hombre que ignorante de mi estado me grita – eso es todo, vas muy bien, dale, dale – Como animal me bebo las dos bolsas de agua al mismo tiempo dejando que esta escurra por mi cara y mi cuello hasta mojar mis brazos y mi pecho y prosigo al ritmo de “I Love The Night Life” (Alicia Bridges); sumemos los desvelos a las causas de mis males.

De repente parecemos una corriente de vapor recorriendo un intercambiador de calor entrando y saliendo por pequeñas calles, muchas vueltas desde mi punto de vista, hubiese preferido una carrera más recta incluso con una o dos subidas. Mi nublada mente recupera algo de su lucidez al volver a La calzada de Los héroes; miro El Arco del Amor y recuerdo lo del perfumito; estoy a 3K del final. Sigo adelante. Luego me encuentro a Daniel quien haciendo uso de su faceta de fotógrafo, se encuentra a ras del suelo disfrutando del panorama que le da su posición, gozando como loco del paso de corredoras bien dotadas a lo largo de la pasarela de adoquín.




Los traviesos duendes del dolor de cabeza golpean con sus pequeños mazos mi exprimido cráneo llevándolo al sufrimiento máximo. Sigo sin parar; sonriendo al darme cuenta de que soy privilegiado de tener dos velocidades; la lenta y la superlenta. Hoy he corrido un poco debajo de la superlenta. Casi al llegar a la meta alcanzo un cuarteto de bigotones y peludos disfrazados de porristas con minifalda y todo; me hubiesen causado mucha gracia en otra situación, apenas si los miro con desdén y adopto posición de inmutable campeón.  49:13; tiempo muy alto y costo mayor.

Me pierdo entre la muchedumbre, no encuentro a mi familia; la música esta altísima, estoy temblando, la cabeza me explota, la música está muy fuerte, el anunciador me grita al oído, la vista se me nubla, me apenaría mucho azotar como res frente a tanta gente, ya me quiero ir a casa, el sonido es insoportable, estoy totalmente mojado y no traigo cambio de ropa, me encuentro a mi coach, me felicita por el tiempo de mi hijo (20 min en 5K), nos sacamos algunas fotos, trato de poner buena cara, ya me quiero ir a casa; finalmente encuentro a mi familia;  esperamos largo tiempo hasta la carrera infantil, me como un plátano, me bebo un powerade, mi hija corre padrísimo logrando un cuarto lugar entre las nenas, me saca una sonrisa pero no se me quita el dolor.  Mi mujer conduce, yo meto mi cabeza entre mis piernas, ha sido un mal día y no fue 13.



Algunas veces vuelo
Y otras veces
Me arrastro demasiado
A ras del suelo

(Joaquín Sabina)

martes, 4 de febrero de 2014

Carrera de Los Barrios 2014, Venciendo al diablo.









Todas las semanas visito clientes; a veces los mismos, a veces distintos;  todos los días hago negocios algunas  veces productivos muchas  veces no, todas la mañanas voy a trabajar puntualmente, me conecto a mi laptop, respondo mil llamadas telefónicas, programo rutas, hago cobranza difícil y extra-difícil, estudio nuevos productos y procesos, repaso los que ya domino; todas las mañanas le doy instrucciones a mi asistente de cómo componer el mundo; trabajo mucho, pero dejo de hacer algo muy importante; no hago los reportes. No dejo constancia de que funciono, no cacaraqueo el huevo, no grito al mundo que aquí sigo. Y así me ha pasado con muchas reseñas, se quedan guardadas en un rinconcito de la mente y poco a poco se van desvaneciendo los recuerdos y emociones quedando solo tenue humo, olor a nada. Llevo más de medio año posponiendo mi reseña de la carrera del Día del Padre en el DF y peor aun mi primer maratón (Gatorade Monterrey) no lo he contado a nadie. Por eso el día de hoy me pongo a hacer la tarea a tiempo no sea que la maestra me vaya a poner tache. 

No lo cuento como justificante sino como parte del escenario como llego al día de hoy. Hasta finales de octubre del año pasado estuve entrenando muy duro y con constancia religiosa, siguiendo las instrucciones de mi coach casi al pie de la letra; pero, la chamba comenzó a brotar a borbotones y los viajes se me dejaron ir a la yugular como perros furiosos; mientras viajo en solitario soy dueño de mi tiempo y mi dieta y acomodo las visitas a clientes a mi conveniencia poniendo en primer lugar mi entrenamiento. Aclaro que no descuido mi trabajo ni mi condición de padre y esposo. El problema se presenta cuando viajo con compañeros, jefes en el mayor de los casos, y mi tiempo se ve condicionado a su forma de trabajo y a sus hábitos alimenticios y etílicos. Por lo general les gusta poner citas desde muy temprano, comer mucho y a deshoras, beber mas y cenar como si fuésemos náufragos recién rescatados por un barco repleto de deliciosos manjares. Se me complica mantener mi estilo de vida y pierdo muchos días de entrenamiento.
A lo anterior agreguémosle que mis defensas se fueron de vacaciones y una fuerte gripa me puso una arrastrada a finales de noviembre justo dos semanas antes del maratón Gatorade al cual llegue con algo de  vuelo y alcance a librar con un buen tiempo (3:39) y en buen estado físico. Cerré el año con una carrerita de 7K en Guanajuato (San Silvestre) viendo como mi condición física comenzaba a derretirse yendo a parar a la coladera del tiempo pasado; por poco llego en último lugar. Y como dicen allá en mi pueblo, pa’cabarla de amolar empiezo el año con 15 días de enfermedad; que se yo gripa, tos, neumonía, laringitis, rinitis, etc.
Luego de conseguir excelentes resultados en Monterrey mi amigo Pepe Rivera me sugirió correr al maratón Lala en marzo de 2014 y sin pensarlo siquiera un instante acepté. Me inscribí y en automático coloqué mentalmente la Carrera de Los barrios como parte de mi entrenamiento; imaginaba llegar fuertísimo a estos días, no sabía lo que me esperaba.

El año voló como vuelan las malas noticias y en un “trix trax croft” se llegó la fecha de la carrera; la semana no fue tan buena, el domingo hice 26K de fondo en El Libramiento echando el bofe y forzado a reconocer que por falta de entrenamiento, excesos en el comer y en el beber, enfermedades y desanimo llegaba con una condición física notablemente mermada. El grupo de corredores con el que entreno ha crecido mucho y han llegado muy buenos atletas, jóvenes, rápidos y muy aplicados; me sentí olvidado al ver como arrancan como gacelas y yo detrás de ellos como un viejo león enfermo; “There’s a new kid in town … I don’t wanna hear …” (Eagles). Pepe Rivera y Rosy Guerrero han hecho un tremendo dúo de guapos velocistas que consumen kilómetros al ritmo de su amena charla planeando triunfos futuros; Daniel esta hecho una solitaria lanza imparable, Gugusa echa chispas a pesar de su lesión, Guille y Richard viven su segundo aire y los demás, tantos que a la mayoría apenas los ubico, avanzan día tras día. Solo yo me he quedado atrás.

El lunes corrí 7K sin importar que tocaba descanso previendo que viajaría y que ya había perdido demasiados días. El martes fui último en el entrenamiento del grupo. El miércoles viajé a Guadalajara, tuve 3 o 4 reuniones, comí “Camarones al Tamarindo” en el Casa Fuerte y no soporte la tentación de beberme 2 tequilas Don Julio 70 con sangrita. Perdí 2 horas viendo el partido de la Selección Mexicana y a las 23:00 hrs me fui al gimnasio del Hampton Inn Aeropuerto con la panza llena y mi agotado hígado trabajando a marchas forzadas. Corrí 7 dolorosos kilómetros en la caminadora sintiendo como mi cerebro se encogía por la deshidratación y mis pulmones explotaban sin control. Me bebí un litro de agua helada del despachador y sin cenar me fui a la cama luego de un baño con agua muy caliente. No podía dormir así que encendí el televisor y me chuté una hora de “Fox Sport Crox Fix”. A las 4:00 a.m. me despertó un lacerante dolor de cabeza que me hizo vomitar; me tragué una pastillita de Bioelektro y me puse a orar pidiendo a Dios me permitiera dormir porque a las 7:00 tenía que pasar por mi jefa al aeropuerto y de allí a varias juntas importantes. El día transcurrió ordinariamente y al final decidí regresar a León para dormir en casa. Al llegar a mi hogar encontré a mi pequeña de 9 años practicando con sus amiguitas un baile de Vaselina que montan para un show en la escuela. – Uhhh, chamacas canijas – les dije, - Les voy a enseñar cómo se bailan estas canciones, ábranse que aquí esta su John Travolta – Me puse el disfraz de bailarín y ante las atónitas miradas de las chiquitas boquiabiertas me puse a dar brincos y vueltas como si sufriera ataques epilépticos de forma tal que que en un extraño movimiento sentí como mi rodilla dio vuelta al revés tronando y crujiendo como cacahuates. El dolor llegó más tarde, mientras dormía y es hora que no se va.

El fin de semana llegaron visitas a casa, mi cuñada y sus hijos, por lo que las desveladas se hicieron inevitables y la casa se lleno de ruido. El sábado por la noche prepare mi traje de superman, del cual se burlaron mis hijos y esposa,  y ya noche me fui a la cama que me recibió con almohadas extendidas y cobertores confortantes. El tibio clima me permitió caer dormido enseguida y casi olvido el dolor de mi rodilla.



Me despierto a las 3:00 y más tarde a las 5:45; me siento tentado a claudicar y culpar a mi rodilla y no asistir a la carrera pero una fuerza mayor me impulsa a no faltar y seguir adelante. Me levanto sin hacer ruido, me visto, me como una manzanita amarilla, saco mi camioneta y me dejo ir a la aventura. Me estaciono en el Aranda de La Parra y a paso veloz me dirijo a la Plaza Fundadores; en el camino me encuentro a mi coach Guille y su familia; ya hay varios Titanes esperando en la esquina del Sport Palace. Nos tomamos 400 o 500 fotos, nos abrazamos, nos felicitamos, calentamos y nos vamos a la Fuente de Los Leones a trotar un poco. Me entero que Pepe Rivera no correrá y me entristece, ha sido un compañero habitual y se extraña, hoy día junto con Alex y Danny son los hombres a vencer.  Me adelanto y al llegar a la Fuente me encuentro con los “chavos” de “La Página del Corredor”, Ángel, Lorenzo y Hulk incluidos, tomándose fotos. Me invitan, me anexo, se adhiere todo mi grupo y pienso en esta rica y sana camaradería que solo una familia te puede dar.
Me formo en el redil de descarriadas ovejas negras y escucho con emoción el himno nacional. Alcanzo a divisar algunos de mis compañeros; les muestro mis pulgares levantados y trato de esbozar una sonrisa que se mezcla con una especie de rictus de dolor al permitir que la mente contacte con la rodilla. Corto la conexión cerebro – articulación y pongo play a mi mp3 player. Para esta ocasión he preparado una mezcla acelerada de música disco destacando aquellas canciones que debieron haber sido incluidas en la cara “B” de un gran disco de éxitos. 

Al ritmo ajustado de “Brown Girl in The Ring” salto a la pista y por dos minutos trato de escabullirme de la enorme burbuja de corredores principiantes y caminantes que a paso lento y superlento  solvatan y encapsulan a los retardados como yo que no se formaron al frente. Al llegar a La Calzada de Los Héroes consigo mi libertad y fluyo como globo de Cantoya; ante mí se abre la calle retadoramente con su sonrisa de baldosas remozadas y su cabello de cables entorchados. Pronto alcanzo y rebaso a Guille y Gugusa a quien toco la espalda y animo a seguir ya que va lesionada. Me siento bien pero llego a considerar la posibilidad de cambiar los 21K por 10K; pretextos sobran e imaginación para inventar más no falta. Mi mente comienza a jugarme malas pasadas y me echa en cara mis últimos días desordenados y me restriega en el rostro el calendario que dice que ya son 47 años los que llevo en este planeta y como los he desperdiciado, mi pelo o la ausencia de él confirman el hecho. Trato de no pensar; intento concentrarme en la música, en esos pequeños trozos de vivencias y recuerdos algunos incluso falsos pero lindos que me vienen acompañando desde mis tiempos de secundaria. Pasamos tangencialmente al Parque explora y entonces me doy cuenta de que realmente voy muy atrás; la víbora de sonrientes corredores de colores serpentea velozmente a un lado del camellón y por más que trato de pisarle la cola no alcanzo a hacerlo. Hasta ese momento no he visto ningún superman o mujer maravilla que me antecedan; o al menos eso creo.
Ya sobre el López Mateos calculo que llevamos 4K y siento que hay chance de hacer un digno papel; me digo por enésima vez que esta vez no compito ni siquiera conmigo mismo, esta vez voy tan solo por la confirmación de que es posible regresar; mis tiempos pasados son polvo; si mi mejor momento ha quedado atrás, eso no importa; lo que importa es seguir en la brecha y disfrutar cada instante de vida que nos quede; “cuerpos sin edad, mentes sin tiempo” eso somos. 

Donna Summer me canta “On the Radio”, la única canción larga que dejé en mi repertorio porque me recuerda las tibias madrugadas del verano del 78 cuando comenzaba a abandonar mi niñez e iniciaba la secundaria allá en mi Guanajuato querido (nunca te podre olvidar). Entre una niebla rosada y con olor a mandarina  los rostros infantiles y preciosos de cada una de mis compañeras de aquellos tiempos pasan lista por mi mente y todas ellas se forman para ser besadas por mí, incluso las más bonitas se vuelven a formar. Voy cayendo en una rica ensoñación de la que me saca un grito de ánimo, es mi compañero Daniel que me rebasa con su paso marcial devolviéndome a la realidad; enseguida viene el buen Lorenzo que me deja atrás cansinamente observando cómo se va contoneándose felizmente. Si Pepe hubiese corrido ya hubiera llegado a la meta, pienso. Bueno, me consuelo, no venía tan mal; creo que justo aquí el tiempo comienza a detenerse y todos los corredores pasaran en cámara rápida mientras yo me quedo sentado llorando afuera de La Plaza del Zapato esperando a que la ambulancia me levante.

Sigo adelante y me imagino que voy dentro de la verdosa oruga; soy parte de su interior y repaso cada estación hasta llegar a la calle Mérida donde me bajo sin pagar y me despido. Doy vuelta a la derecha y me introduzco al mítico Barrio del Coecillo testigo de mil batallas y hogar de gente trabajadora y brava. He aprendido a no beberme toda el agua en los puestos de refresco y manejo mejor el truco de doblar el vasito de cartón con Gatorade para no empinármelo por la nariz. La gente está muy animada y me gritan, “superman, superman, superman”, apenas los escucho porque traigo el volumen de mi reproductor muy fuerte; ¿Qué sería de mi sin música? Aun alcanzo a ver las poderosas espaldas de Lorenzo y de Daniel. 

Tomamos por Palo Alto hasta incorporarnos al Malecón del Río y le pegamos hacia el norte de la ciudad; se viene una pequeña bajadita que nos da algo de impulso para las subidas consecutivas que se vienen al llegar a la Colonia Industrial. Cruzamos López Mateos por el puente del IMSS y damos la vuelta en la Glorieta de Paseos del Moral e Insurgentes; justo allí me rebasa a toda velocidad una preciosa y caderona güerita que con frecuencia me encuentro en el Parque Metropolitano (saludos Sra. Chabuca Granda) y que siempre me pasa de largo sin saludar. Sus movimientos pendulares me llevan pegado a sus talones un rato y me hacen recordar las clases de física de la Universidad cuando era experto en el cálculo y trazado de curvas solidas en tres dimensiones, mis manos podían incluso tocar los máximos y los mínimos recorriendo concavidades y convexidades.

Vamos atravesando los municipios del Estado y justo al cruzar Purísima comienza la temida subida, aquí me envalentono y me arranco al ritmo recurrente de “Big in Japan” una de mis favoritas. Masticando naranjas comienzo a rebasar corredores; las subidas siguen siendo lo mío. De municipios pasamos a estados; subimos, bajamos, volvemos a subir y mi cuerpo se va fortaleciendo. Vuelvo a creer que soy mejor después de los 10K y sigo dejando gente atrás. De estados pasamos a países y por Costa Rica le caemos al Mariano Escobedo kikirikeando muy gallo saboreando la ultima cuesta abajo que tendrá el recorrido. 

Entramos por Emiliano Zapata al Barrio de San Miguel, rival del Coecillo, y yo Mr. Amigo, lo saludo con jovialidad. Los niños salen a las calles y admiran mi traje de superman; ja, ja, ja; siiii, soy mandilón pero muy feliz. Nado entre calles con nombres de ríos y por el Panuco me llego a la Calle Honda alcanzando el K14; con el tolete al hombro envío pelota tras pelota detrás de la barda y los chicos en fila que me felicitan dándome sonoramente los cinco me hacen subir al cielo y olvidar todo. “We didn’t start the fire” se justifica Billy Joel mencionando mil nombres entre los cuales creo escuchar el mío y el tuyo.

Casi llegamos al Blvd. Timoteo Lozano cuando debemos retornar por la calle Independencia; deben faltar 5K anuncia luminosamente mi cronometro interno. 10 canciones más y estaré cruzando la meta; mis amigos se fueron abandonándome a mi suerte pero con certeza me estarán esperando en la meta con una sonrisa y un helado de limón. A ritmo de 1, 2 3 brincamos el Blvd. Torres Landa y seguimos adelante dando saltitos para evitar los baches de la empedrada calle.

¿Qué es eso? ¿Es un pájaro? ¿Es un avión? ¡Es Superman ¡ Nooo, es nuestro compañero y amigo Daniel que cojea ligeramente por su periostitis creo yo. Mi labor como mayorcito es alentarlo así que le piso y lo alcanzo; - animo Danny, tu puedes - le digo, - no pares -, es su primer 21K. Decido correr a su lado, damos 1, 2, 3 pasos y mis autónomas piernas deciden que no; no pueden esperar y le ponen el turbo. Bye Danny. 

No quiero ni ver el reloj; creo que me está yendo bien. Me pongo a cantar – say oops, upside your head, say oops upside your head -; es un mantra que me hace levitar y me empuja magnéticamente hacia el frente; sigo dejando gente atrás; son menos los que me rebasan. Casi llegamos a la calle 5 de Febrero y sé que estoy a 1K de la meta; exprimo mi banda y 1Lt de sudor moja mis piernas y la calle Madero; - ya llegaste – me grita alguien. El cover de Opus “Life is Life” by Hermes me pone a cien y proyecta en la pantalla de 40” de mi mente un video de Maradona calentando con esta canción antes de un importante juego del Nápoles de Italia (la mía patria); ¡que jugadorazo ¡ me toco verlo (por TV aclaro) y pensar que Messi es aun mejor.

Me siento un triunfador apenas piso La Plaza Fundadores. Esta vez mi familia no vino pero si muchos amigos que a través de 2 años de correr he ido conociendo; - Vamos Francesco – me grita Ángel  parado frente a la “3 Hermanos”; wow, pienso, ¡ o corrió solo 10K o Angelito anda con todo!, ya le preguntare.
Lindas edecanes me esperan en la meta con brazos abiertos y labios dispuestos mientras el cronometro se para en 45:10. Decido no abrazarlas ni besarlas; estoy bañado en sudor y probablemente el aroma de mi Minotauro se ha desvanecido; es más, huelo a verdadero minotauro.

Solo en el punto de reunión me pongo a estirar a la vez que me bebo un Gatorade de un trago y degluto un rico plátano de un bocado. Alex ha sido el primero en llegar; 1:23; mmmm, - es mucho más joven que yo (me justifico) -; no eso no es cierto, es el mejor. 

He sido el segundo del grupo.

Ja, ja, ja, se burla el diablo, - es porque Pepe no corrió -mmm, - eso sí es cierto -; pero hoy no corrí contra los Kenianos, ni contra Vargas, ni contra mis compañeros, ni contra mí; Hoy corrí contra ti maldito diablo del desanimo y la procastinacion que me querías aplastar. Hoy me volví a demostrar que si se puede. Y le doy inmensas gracias a Dios porque me permite regresar de algo más duro que una lesión.



Después me dijo un arriero, que no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar.
(Jose Alfredo)